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Internet de las Cosas

Las cosas del Internet de las Cosas

«Cada vez oímos hablar más del concepto del Internet de las Cosas (IoT) y, aunque hay quien piensa que es ciencia-ficción, sus bases están más que cimentadas y ya empiezan a rodearnos numerosos objetos cotidianos conectados a Internet para comunicarse por nosotros. ¡Bienvenidos a la digitalización del mundo físico!»

Y es que ya hace más de tres lustros que el MIT propuso este concepto para referirse a esta idea en sus estudios de la identificación por radiofrecuencia y tecnología de sensores con el fin de interconectar globalmente de forma digital los objetos cotidianos e Internet. Estos objetos se valen de hardware propio y de software específico en función de las tareas que deban ejecutar que, comparado con el utilizado por maquinaria más avanzada, podría parecernos rudimentario pero que cuenta con lo necesario para cumplir con las tareas que tenga asignadas. Cada objeto estaría conectado a la red mediante su propia IP para recibir instrucciones, enviar datos o ambas cosas a la vez.

Como ya comentábamos, el Internet de las Cosas es ya una realidad, aunque no se ha introducido de forma masiva en el mercado de consumo de los hogares, pero si en otras áreas como en la industria (sensores de temperatura, control de la producción, etc), el control de la infrastructura urbana (control de semáforos, cámaras urbanas, etc), el sector de la salud (monitorización de pacientes) o el control medioambiental (sensores meteorológicos, atmosféricos o sísmicos).

Pero la previsión es que no sólo los objetos electrónicos pueden conectarse a la Rede de Redes. La idea és que todos y cada uno de los elementos que componen nuestra vida diaria puedan enviar y recibir información.

Pero, ¿Cuáles son las piedras angulares tecnológicas del Internet de las Cosas? ¡Proceso, captación y consumo! Por un lado, los procesadores, que deben ser muy pequeños y de muy bajo consumo y cuya misión será la de gestionar toda la información y ejecución de procesos de cálculo y comunicativos. Por el otro, los sensores, encargados de interactuar con el entorno, captando los datos que sean necesarios (transformando magnitudes físicas o químicas en señales eléctricas), y cuyo tamaño y consumo debe ir a la par de la idea de miniaturización. Y por último, el elemento que debe dotar de energía a todo el conjunto: pequeño, suficiente y de larga duración.

Actualmente, el Internet de las Cosas es una realidad fragmentada y llena de desorden debido a que los desarrolladores no han llegado a un consenso en cuanto a los estándares de protocolos, plataformas y soluciones verticales y abiertas que hagan atractiva la propuesta tanto para las empresas como para los consumidores. En este sentido, algunas grandes empresas del sector ya se han puesto manos a la obra para formar el “Industrial Internet Consortium for IoT Standards” (Consorcio Industrial de Internet para la Estandarización del Internet de las Cosas) con el objetivo de minimizar riesgos de integración y acelerar el proceso, yendo todos en la misma dirección.

Además, encontramos algunos aspectos que actualmente limitan el avance de este nuevo paradigma:

 

  • Falta de una plataforma común: en la que todos los objetos puedan conectarse e interactuar.
  • Falta de estándares: Tal y como ya comentábamos, no existe armonización que promueva una dirección única.
  • La duración de la batería: la vida limita de los dispositivos de alimentación actuales, así como la ingente cantidad de energía que se necesitará para alimentar a todos los objetos, hace que sea necesario el desarrollo de nuevos sistemas de energia no convencionales.
  • Seguridad: Para la adopción a gran escala de esta tecnología por parte de los usuarios, se hace necesario un control efectivo de acceso.
  • Modelos de negocio rentables: que hagan que la industria invierta de forma clara en la evolución de este nuevo paradigma.

Descargar la infografía «El Internet de las Cosas: los hechos»

Llegará un momento en el que podremos conocer el estado de todos los electrodomésticos de nuestra casa y podamos prever averías, en el que los objetos perdidos dejen de tener sentido o el robo de efectos personales imposible. En el que la compra en el super se haga de forma automática sin nuestra intervención o la cita al médico se efectue sin ninguna mediación al detectarse una dolencia. En el que se generalice el control de domótica de nuestra casa o la localización de personas, mascotas y cualquier objeto de los que nos rodean. El Internet de las Cosas llegará para cambiar el mundo tal y como lo conocemos.

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